Entrevista a Manuel Ríos San Martín
Entrevistamos al académico, escritor, guionista, director y productor ejecutivo Manuel Ríos San Martín cuando acaba de publicar la tercera edición de su última novela La Huella del Mal, un thriller que narra la investigación de un macabro homicidio tras el hallazgo de un cadáver en Atapuerta. Además, hacemos un recorrido por su trayectoria en la que hay títulos tan importantes como Médico de familia, Menudo es mi padre, Compañeros, Mis adorables vecinos, Soy el solitario, Mis adorables vecinos, Rescatando a Sara o Sin identidad.
Por Inma Ríos
Recientemente ha publicado su segunda novela La Huella del Mal, en la que narra la investigación de un macabro homicidio tras el hallazgo de un cadáver en Atapuerta. ¿Cómo surge la idea de hacer esta novela? ¿Y qué puede encontrar el lector?
Surge de causalidad. Aunque yo conocía Atapuerca y me interesaba mucho la prehistoria y la excavación de Burgos, la idea me viene en una visita a las excavaciones. Fui con mi familia al centro de arqueología experimental (CAREX) donde hay unas reproducciones de enterramientos neandertales. Hay un círculo de piedras con un cuerpo tumbado y otro haciendo una ofrenda. Uno de mis hijos, que por el aquel entonces era muy pequeño, se acercó a tocar el muñeco y pensé: ¿qué ocurriría si un chaval en una visita de un colegio se acercase y tocase el muñeco y en vez de ser una reproducción fuera una chica de verdad, pero que estuviera muerta recientemente? Y ahí surgió todo. Vi que tenía un buen detonante y, poco a poco, le fui dando vueltas. Cuatro años después me decidí a escribir la historia.
hay una reflexión antropológica de fondo sobre dónde está el origen del mal, en qué momento surge la violencia, si está presente en nuestro ADN, si somos capaces de evitarla o es algo que nos domina, que tenemos dentro y en que algún momento determinado acabará surgiendo y apoderándose también del ser humano moderno.
Evidentemente, La huella del mal es un thriller y, como tal, tiene mucha tensión, muchos giros, ritmo, capítulos cortos, una parte de investigación que es muy importante y donde hay acontecimientos sorprendentes. Creo que los personajes son interesantes, pero además de todo esto que se supone que debe tener este género, quería que la novela tuviera algo más. Por un lado, cuando la terminas has adquirido ciertos conocimientos sobre la prehistoria, los homínidos, Atapuerca… pero lo más importante es que hay una reflexión antropológica de fondo sobre dónde está el origen del mal, en qué momento surge la violencia, si está presente en nuestro ADN, si somos capaces de evitarla o es algo que nos domina, que tenemos dentro y en que algún momento determinado acabará surgiendo y apoderándose también del ser humano moderno. Toda esa reflexión antropología creo que es un trasfondo interesante para la novela. Y bastante original.
¿Ha contado con la ayuda de documentación?
La novela no hubiera sido igual si no hubiera colaborado con la gente de Atapuerca. Cuando la estaba empezando a escribir, un día fuimos a ver la excavación con los editores de Planeta, les contamos lo que queríamos y les pedimos colaboración para que todos los datos que utilizásemos fuesen correctos. Comimos con Juan Luis Arsuaga y otro día con José Mª Bermúdez de Castro, dos de los codirectores, junto a Eudald Carbonell. Comiendo con Bermúdez de Castro, nos comentó que nos podía buscar a algún estudiante que pudiera contestar nuestras dudas… Unos días después le mandé el tipo de preguntas que necesitaba documentar y él se dio cuenta de que las preguntas no eran tanto de fechas, huesos… sino más antropológicas, filosóficas… entonces dijo que él quería ser el que las respondiese, que le interesaban mucho. A partir de ahí comenzamos una relación de cientos de correos electrónicos. La documentación en la novela está muy bien hilada porque yo le iba preguntando sobre temas muy concretos que necesitaba incluir en la trama: la violencia en el ser humano, las diferencias entre hombres y mujeres en la prehistoria, el canibalismo… Nuestras conversaciones están reflejadas en la novela.
La novela es muy cinematográfica, muy visual, y enseguida ves que se puede adaptar, pero hay que tener en cuenta que los lenguajes son muy distintos.
¿Cuánto tiempo ha estado inmerso en la escritura del libro?
Desde que le cuento la idea a Planeta hasta que se publica pasan dos años. Evidentemente, todo el trabajo no es igual de intenso. La estructura de la novela, más la primera versión pudieron ser unos diez meses y fue el proceso más laborioso. Luego hice una segunda versión con algunas notas de la editorial y comenzó el proceso de correcciones finales, portada… El proceso entero son dos años, pero no de una intensidad igual en todo momento.
¿Ve La Huella del Mal convertida en serie, película…?
La verdad es que sí. Ya estoy trabajando en una adaptación a serie de televisión. Me han llamado varias productoras, pero aún no he cerrado nada porque quiero tener claro lo que quiero contar. La novela es muy cinematográfica, muy visual, y enseguida ves que se puede adaptar, pero hay que tener en cuenta que los lenguajes son muy distintos. No se cuentan las cosas de la misma manera en una novela que en una serie. El ritmo no es igual. Los capítulos de 50 minutos te marcan una estructura que la novela no tiene. La adaptación en la que estoy trabajando con Victoria Dal Vera es bastante libre. Al ser yo el autor de los dos proyectos creo que me puedo permitir más licencias. Ya he contado la novela como quería, pues ahora voy a contar lo mismo, pero de otra manera, con otros elementos.
Escrito, productor ejecutivo, guionista, director de series de televisión y cine… ¿Qué faceta le gusta más?
Lo que me gusta es variar. Me encanta la soledad de mi cuarto donde puedo estar una semana encerrado escribiendo, pero también me gusta un rodaje y el ambiente de plató. La combinación de ambas opciones es lo que me gusta. Ni me pasaría toda la vida encerrado escribiendo, ni me gustaría empalmar una serie tras otra como hice, por ejemplo, con Menudo es mi padre, Más que amigos y Compañeros donde tuve más de cinco años de una intensidad increíble. La combinación de estos dos modos de vida es lo que más me gusta.
Una historia de ficción puede cambiar el estado de ánimo de la gente.
¿Cómo le despertó la vocación de guionista?
Es difícil saberlo, incluso empecé a estudiar Derecho, aunque lo dejé por Ciencias de la Información. Pero sí tengo un recuerdo de cuando era pequeño que me marca mucho. Con cuatro años me puse enfermo de varicela y recuerdo que, mi abuela, que contaba muchísimos cuentos y muy bien, me narraba historias para que se me pasara el día y no me rascase todo el tiempo. Esa vocación no la tuve tan clara de niño, pero me quedó ese recuerdo de cómo una historia de ficción puede cambiar el estado de ánimo de la gente. Yo estaba fatal, pero en el momento en el que me contaban el cuento se me olvidaba que estaba así y me centraba en la historia. Ese poder de la ficción, ese poder que tiene el relato me fascinó desde niño. Hasta que no fui mayor, no fui consciente de que eso podría ser una profesión. A partir de ahí dejé Derecho, me matriculé en Ciencias de la Información y empecé a escribir.
Ha trabajado en varias de las productoras más importantes ejerciendo de productor ejecutivo, director o guionista. Entre sus proyectos más conocidos, destacan Médico de familia, Menudo es mi padre, Compañeros, Mis adorables vecinos, Soy el solitario, Mis adorables vecinos, Rescatando a Sara o Sin identidad ¿De qué se siente más orgulloso?
Compañeros siempre es como el mito. Hay que reconocer que es donde más aprendí. La gente aún me sigue parando por la calle, en las entrevistas me preguntan, incluso, si la serie volverá algún día; es una cosa sorprendente. También me gusta mucho Rescatando a Sara. Esa miniserie que escribí junto a Mónica Martín-Grande y que, además, dirigí, me parece que quizá sea lo más completo que he hecho. Y luego llegó Sin Identidad, que inició mi interés por el thriller. Yo apenas había hecho thriller (Soy el Solitario) y cuando escribí esta serie se despertó una chispa, y a partir de entonces le he cogido gusto al género.
En los años 90 hubo una revolución con series como Médico de Familia, Farmacia de guardia, claramente ahora hay otra revolución que está cambiando el panorama, y es interesante.
¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado?
El rodaje de la película No te fallaré fue un gran reto: un presupuesto muy alto, mi primera película de cine… Pero, tal vez, me resultó más complicada Rescatando a Sara porque era una miniserie que tenía que suceder en gran parte durante la Guerra de Irak. Teníamos un presupuesto bastante limitado y la verdad es que el equipo de arte y de fotografía hicieron una gran recreación de Irak en Madrid en ambientes que construimos, buscando localizaciones que funcionasen como si fueran árabes… También nos fuimos a Granada y a Almería. Todo está rodado sin salir de España. También como director fue muy exigente y quizá fue lo más complejo que he hecho porque en No te fallaré sí tuvimos un presupuesto más holgado.
¿Cómo ve el panorama de la ficción en la actualidad?
Estamos en un momento muy interesante. Igual que hubo una revolución en los años 90 con series como Médico de Familia, Farmacia de guardia, claramente ahora hay otra revolución que está cambiando el panorama, y es interesante. Vamos a ver en qué queda todo porque hay un poco de caos. No sé si todas las plataformas que están produciendo, (lo cual es fenomenal), van a poder seguir dentro de cuatro o cinco años, o habrá fusiones. Tendremos que ir viendo cómo nos afecta. Pero hay una cosa que es verdad y que ya pasó en los años 90 en Globomedia, y que vuelve a pasar ahora, y es la importancia del guionista. Globomedia en los 90 tuvo la intuición de que los guionistas éramos importantes y, de hecho, fuimos los primeros productores ejecutivos en muchas series. Durante los años posteriores, eso se perdió un poco y fue el imperio de las productoras donde parecía que tenían todo el poder. Tal vez, por eso muchos guionistas montaron su propia productora. Y ahora, poco a poco, creo que se vuelve a la realidad de que el guionista tiene que estar detrás de la idea y no se pueden hacer las series sin él. Creo que es una vuelta a esos orígenes de los 90, a esa intuición que tuvimos. Es imprescindible que el guionista y creador de la serie tenga una presencia importantísima en todo el proceso.
¿Cree que ese es uno de los retos que tiene la ficción en la actualidad?
Sí. Creo que las productoras también tienen que ver el papel que deben jugar. Lo que digo no significa que no deba haber productores importantes y que ellos no puedan aportar muchísimo al proceso. Por supuesto que sí, pero creo que debe de haber una colaboración distinta de la que ha habido en algunas ocasiones durante estos últimos años. Cada uno tiene que encontrar su papel y no intentar entrar en el del otro. El guionista no va a entrar en cómo se negocia la contratación de actores, o si los constructores de decorados ofrecen un rappel, pero la parte puramente creativa le corresponde. Eso no significa que no se escuche las propuestas de todo el mundo, sin olvidarnos de las aportaciones de la cadena, pero si el guionista tiene la idea y hay un concepto muy claro, todos juntos tenemos que ir adelante con esa idea y con ese concepto.
Es imprescindible que el guionista y creador de la serie tenga una presencia importantísima en todo el proceso.
¿Qué opina de que se empiece a apostar por los 50 minutos de duración de las series?
Siempre lo hemos pedido y me parece una buena medida. Es verdad que los primeros capítulos que he escrito de 50 minutos me salen un poco largos, pero poco a poco me voy acostumbrando. Como espectador me doy cuenta de que ya no soporto una serie de 70 minutos. ¡Ni aunque sea de Scorsese! Con el ritmo frenético que llevamos en nuestras vidas, las redes sociales, todo es mucho más breve e intenso, y no queda otra que ir hacia ese camino.
¿En qué proyecto está inmerso en la actualidad?
He estado ocho meses trabajando en un proyecto sobre un Biopic de Joaquín Sabina junto a Fernando León, Ignacio del Moral y Victoria Dal Vera. El proyecto ya está preparado y ahora tenemos que ver si entra una plataforma. También tengo un desarrollo para alguna cadena en abierto que acabo de entregar, lo que pasa que hoy en día tenemos tantas cláusulas de confidencialidad que no nos dejan contar nada. Y ahora me encuentro centrado en esta reflexión sobre cómo adaptar La Huella del mal a serie de televisión. Bueno, y pensando ya en mi tercera novela.
Ya que tiene tanta experiencia en biopics… ¿Qué personaje le gustaría hacer?
El caso de Raphael fue idea mía y conseguí hacerlo. Sabina ha sido una propuesta de la discográfica. Hay un personaje que en su día intentamos hacer, pero que no llegamos a hablar con él. Se trata del médico Pedro Cavadas, ese cirujano que hace trasplantes de manos, de caras. Es un personaje interesante que puede tener un biopic un poco distinto de los habituales que estamos acostumbrados a ver.
Para finalizar… Qué le gusta ver en televisión, ¿series, qué géneros?
Evidentemente, series. Últimamente veo más thriller, antes no me gustaba tanto, pero como he comentado tengo esta especie de conversión hacia el género. Veo mucha serie española: Días de navidad, La peste, Hernán… También me gusta mucho ver deportes en directo y documentales de animales que tienen mucho que ver con La huella del mal.