El mundo audiovisual en jóvenes y adolescentes: ¿influye en su comportamiento?
Informar, formar y entretener son las tres funciones básicas que deberían cumplir los medios de comunicación, pero ¿cuánto de vulnerables pueden ser los jóvenes y adolescentes ante estas premisas?
Por Lucía López Puerta
Un estudio publicado en 2019 por el Centro Reina Sofía Sobre Adolescencia y Juventud y FAD, destacaba que los jóvenes invertían su tiempo libre en “chatear y navegar por internet, ver películas y series online, estar con amigos/as, hacer compras online y jugar con videojuegos y consolas”, posicionando así en segundo lugar el consumo de medios audiovisuales. “En FAD hicimos una investigación desde el año 77 hasta 2019. Lo que vimos es que las amistades han sido lo primero durante estos 25 años y ahora está en el tercero. Lo que ha cogido la delantera son las series, que están en segundo puesto”, afirma BEATRIZ MARTÍN PADURA, directora de FAD. Y es que, si antes la televisión era capaz de reunir a todos los miembros de una familia para ver un mismo programa a la misma hora y en el mismo lugar, la tendencia desde hace ya más de una década ha cambiado radicalmente.
“Los jóvenes cada vez están menos en lo que conocemos como televisión convencional”, confiesa CHARO CALVO, Responsable de selección de producto seriado en Atresmedia. “Ven los mismos productos, pero desde otras pantallas. No es que no vean la tele, es que la consumen de otra manera: a través de plataformas, de internet, YouTube, redes sociales… y no solamente lo consumen, sino que, además, las hacen suyas: cogen estos contenidos y reaccionan ante ellos. Son consumidores 360: consumen a través de la tele lineal, se van a internet y acaban en las redes sociales, al final son creadores de contenido”. Es decir, tienen disponibilidad inmediata ante todo el panorama audiovisual. Si quieren ver siete capítulos seguidos de una serie, acceden a ello de forma fácil y rápida. “Como tienen esa disponibilidad tan fácil y tan inmediata, lo que genera es que no tengan un entrenamiento en tolerancia de la frustración o una tolerancia a la demora del refuerzo. A la demora de aquello que necesitamos. Y esto a nivel social e incluso individual tiene consecuencias a corto y largo plazo”, afirma ANDREA VEGA, psicóloga y terapeuta EMDR en El Prado Psicólogos.
“Además de la baja tolerancia a la frustración, puede aparecer el déficit de atención e incluso si lo pillamos en edades menores, en edad infantil, la hiperactividad, que va muy vinculada a este exceso de estimulación constante e inmediata, también por supuesto darían lugar a problemas tanto a nivel de pareja como sociales, por un lado incrementando el aislamiento y por otro lado más adicción a los medios o a otras adicciones de diferentes tipos a los que también tenemos acceso mediante estos productos audiovisuales”.
Educación audiovisual en casa y en el colegio
Por otro lado, Vega también destaca que, en casa los padres juegan un papel fundamental en la educación audiovisual de sus hijos: “Es importante la idea de no transmitir la utilidad de estos dispositivos desde la necesidad, sino como complemento de algo que apareció como un plus y que poco a poco se ha ido comiendo el terreno de otras formas tradicionales de entretenimiento o de relacionarse. Desde los padres es primordial que haya un control, y dejar claro que hay una serie de deberes, y esto es un añadido que nos facilita la vida, pero que lo veamos como un derecho al que tenemos acceso siempre y cuando estemos cumpliendo con la otra parte de la vida, la de las obligaciones”.
Pero no solo en casa, la educación escolar también es muy importante, por eso desde FAD trabajan en los colegios con diferentes proyectos para desarrollar el pensamiento crítico en los jóvenes y adolescentes, y también para desarrollar la sensibilidad necesaria a la hora de crear un producto audiovisual. Por ello han creado, junto con Netflix el proyecto educativo Diversidad en series: historias que merecen ser contadas: “el proyecto se fundamenta, – asegura Beatriz Martín Padura, – en una serie de series en las que queremos trabajar el valor de la diversidad y el desarrollar comportamientos inclusivos en los adolescentes para que puedan convivir en sociedades más diversas y que no se generen prejuicios, estereotipos, comportamientos de odio, etcétera”.
Diversidad en series arranca este curso 2020/2021 instando a 400 alumnos a elaborar un guion “que ahonde en los valores de respeto a la diversidad y la inclusión social, especialmente las referidas a la diversidad cultural, intergeneracional y de igualdad de género”. “Este proyecto tiene una doble vía, – continúa Martín Padura, – por un lado, desarrollar la capacidad de inclusión y de aceptación de la diversidad en adolescentes, pero a su vez el hecho de promocionar una carrera audiovisual más desconocida: hay puestos que los reconocemos fácilmente como un guionista, un director… pero hay otras muchas dentro del sector que apenas se conocen”.
“Diversidad en series es un compromiso social tanto en contenido como en formato, porque si empezamos a formar a los futuros profesionales del sector con una sensibilidad determinada, cuidarán más ese formato y, por supuesto, ese contenido”.
Formar más allá de entretener
“El sector audiovisual es un transmisor de valores, un transmisor de comportamientos, de lo que está bien o mal. Cuanto más joven, más capacidad de influencia se tiene si no tenemos desarrollado un pensamiento crítico sobre qué tipo de productos o de ocio audiovisual se ha de consumir”, dice Beatriz Martín Padura. Para proteger al espectador más vulnerable, TVE, Antena 3, Cuatro, Telecinco, La Sexta y la FORTA, firmaron, en 2004, un Código de Autorregulación sobre Contenidos Televisivos e Infancia, con el objetivo de “proteger a los niños de contenidos perniciosos en televisión”. “Nosotros nos regimos por el código de autorregulación que se firmó por todos los canales en 2004, según el cual nos comprometemos a cuidar la programación en unas franjas horarias para salvaguardar la integridad y salvaguardar al público más susceptible, que son los niños y adolescentes”, afirma Calvo. “En Atresmedia, – continúa, – buscamos básicamente el entretenimiento, intentamos que nuestros productos se adecuen al código de autorregulación que firmamos todos los grandes grupos. Nos comprometimos, no a que inculquen valores, si no que los jóvenes y los niños no percibieran informaciones contradictorias y erróneas que les llevara a situaciones que dañen su sensibilidad. ¿Buscamos formar? Sinceramente no, nosotros buscamos entretener, y entretener de la mejor manera sin dañar esa sensibilidad”.
Hace un par de semanas se estrenó en TVE HIT, una serie que, según su creador, el académico JOAQUÍN ORISTRELL, nace con el objetivo de “hacer ruido poniendo sobre la mesa una serie de temas y conflictos que ocurren en los colegios, no todas en el mismo, pero sí ocurren todas en diversos colegios, algunos muy conflictivos, mucho más conflictivos de lo que vemos en la serie”. Este nuevo espacio producido por Grupo Ganga para el prime time de los lunes, pretende, desde la mirada de un pedagogo, Hugo Ibarra Toledo (HIT), acercar al espectador al mundo educativo y a los problemas a los que profesores y padres se enfrentan en el día a día. Además, esta serie es el punto de partida del programa que emite a continuación La 1 de TVE, ¿Quién educa a quién?, donde se analizan esas situaciones desagradables que se viven en centros escolares y en las familias.
“Creo que es necesario someter a la educación y la relación padres hijos y profesores alumnos. Ponerlo encima de la mesa y que seamos conscientes de que tenemos problemas que aún no hemos resuelto”.
Vivimos en la era de la comunicación y, como observó el estudio de FAD de 2019, los jóvenes anteponen los contenidos audiovisuales frente a otra forma de entretenimiento. Esa comunicación, según Oristrell, es la clave del cambio: “creo que hay muchos caminos para el cambio, y muchos de ellos tienen que ver con la comunicación, y ésta hay que cambiarla de manera absoluta. Desde nuestro trabajo en el audiovisual tenemos una responsabilidad: no ofrecer modelos de juventud que supongan solo el éxito, el cuerpo, el sexo… es decir, no ofrecer unos valores superficiales, frívolos. Creo que esto es responsabilidad de las personas que llevan las cadenas de televisión. Además, deberíamos tener una regulación dentro de internet. Internet es una autopista por la que se puede conducir a 500 kilómetros por hora y sin señales de tráfico. Es un ataque a la libertad de expresión, no hay libertad de expresión con internet porque estamos vigilados y controlados. Tendría que haber muchísima más conciencia de la que tenemos porque dentro de diez o quince años esos jóvenes van a tener que decidir muchas cosas que serán importantes para la sociedad”.